2. CAMBIO DE VALORES DESPUÉS DEL CÁNCER

Tras recibir la noticia de la remisión, se inicia una nueva etapa en la que tienes que afrontar la vuelta a tu día a día y continuar con tu vida. Es en este momento cuando tienes la oportunidad de decidir cómo quieres plantearte este período, valorando los recursos con los que cuentas.

Hay personas que, tras la experiencia del cáncer, se paralizan y no abandonan el rol de paciente o de familiar de alguien que sigue en tratamiento. Pero también hay otras que intentan dejar atrás ese rol y avanzar. Tu evolución y recuperación dependerán de que tu papel de cuidador o paciente cambie.

La forma de responder a esta situación puede ser resultado de muchos factores, pero un aspecto clave es la manera en que la enfermedad ha podido influir en tu vida. No es raro que, como paciente o familiar, sientas que el cáncer ha cambiado tu forma de ver las cosas, de entender las relaciones, de plantearte tu futuro o, en definitiva, de establecer tus prioridades.

Este cambio de valores tiene que ver con importancia que das ahora a las cosas. Es frecuente que, después de dejar atrás una enfermedad como el cáncer, ciertos aspectos que antes pasaban desapercibidos sean ahora relevantes, o viceversa. La experiencia del cáncer te ha permitido percibir tu propia vulnerabilidad, la de tus familiares y la de tu mundo «estable». Quizá hasta el momento del diagnóstico no fuiste consciente de la posibilidad de enfermar y esta circunstancia ha puesto ante tus ojos la posibilidad de tu propia muerte. Todas estas cuestiones, que posiblemente sean totalmente novedosas en tu vida, harán que te replantees muchas cosas.

Contemplar la posibilidad de morir quizá genere en ti reflexiones sobre el sentido de tu vida o tu propósito en el mundo, y ello puede hacer que te plantees cambios con mayor facilidad, que te centres más en el día a día, que valores en qué o con quién ocupas tu tiempo o evites posponer decisiones.

“Esta enfermedad me enseñó a querer vivir, más todavía que antes” Juana Zayas (paciente)

Por todo ello, aunque el cáncer puede ser una experiencia traumática, en ocasiones es también un estímulo para el crecimiento personal, si buscas las herramientas para conseguirlo. Así, notarás en ti cambios que despiertan nuevas maneras de ver el mundo y, en definitiva, nuevas formas de afrontar la vida:

  • Cambios en ti mismo. Puedes sentirte más firme, con más capacidad de afrontar las dificultades, con mayor sensación de autoconocimiento y con más consciencia de tus propios límites.
  • Diferencias en las relaciones personales. Puedes sentir que los lazos con las personas que estuvieron más cercanas a ti se estrecharon o que se desvanecieron amistades que antes creías firmes. Tal vez ahora sientas la necesidad de compartir y expresar sentimientos, de llevar a cabo labores altruistas y contactar con personas que hayan vivido circunstancias como la tuya. También es posible que las relaciones que mantengas ya no te llenen como lo hacían antes y ahora busques nuevos círculos sociales.
  • Modificaciones en tu filosofía de vida. Quizá aprecies más lo que tienes y te centres en el día a día, redirijas tu rumbo a aspectos que te gratifiquen o, incluso, que desarrolles un mayor interés por tu espiritualidad.
  • Mayor apreciación por la vida y la salud. Tal vez ahora procures mantener hábitos especialmente saludables, como una alimentación equilibrada o el ejercicio físico.

En definitiva, quizá tengas la necesidad de que la experiencia que has vivido se convierta en un punto de inflexión positivo y de que sirva para beneficiarte tanto a ti como a tu entorno.

Requerirás un tiempo para afrontar estos cambios y también tendrás que respetar un período de adaptación por parte de tu entorno. Para ello, es importante hablar sobre lo que siente cada uno. El propósito es evitar conflictos originados por la percepción de que no te comprenden. A modo de ejemplo, es común que la expectativa de tu entorno sea que todos volváis al punto de partida previo al diagnóstico. En cambio, puede que este objetivo no se encuentre ahora dentro de tus planes, ya que tu bagaje ante la enfermedad ha hecho que valores otras cosas y tengas nuevas aspiraciones. Encontrarás más información sobre las relaciones sociales en el capítulo 1, Volver a la normalidad.

Pero debes ser consciente de que el cambio de valores es un proceso personal y subjetivo y de que no todas las personas avanzan en el mismo sentido. Cada uno mira al futuro en función de su aprendizaje y de las experiencias, y tú sentirás que has afrontado una circunstancia que ha trastocado tus cimientos y que ahora debes volver a construirlos.

El hecho de haber superado la enfermedad y sus obstáculos te hará sentir que tienes más capacidad que antes para solventar cualquier cambio y solucionar cualquier problema que se te plantee. De ahí que te lances a afrontar nuevos retos con menos miramientos de los que hubieras tenido antes.

En relación con los cambios descritos anteriormente, muchos autores hablan de crecimiento postraumático, en contraposición al concepto de estrés postraumático que suele ir ligado a la vivencia de situaciones muy críticas.

El trastorno de estrés postraumático se refiere a la aparición de síntomas como consecuencia de un acontecimiento negativo, fuerte y duradero. Esta experiencia hace que la persona perciba que su vida ha estado en peligro o que su integridad física se vio amenazada. El afectado reexperimenta constantemente esos hechos, evita estímulos asociados con el trauma y experimenta síntomas como aumento de la activación, ansiedad, irritabilidad…

Es importante destacar que el trastorno de estrés postraumático no es muy frecuente en personas que han superado un cáncer. Aún así, sí es común que pacientes o allegados revivan estados emocionales en forma de miedos, preocupaciones o angustia. Pero, en la mayoría de las ocasiones, estos síntomas suelen estar relacionados con la ansiedad y se pueden abordar con las pautas descritas en el epígrafe La ansiedad en este mismo capítulo. En caso de que observes que los signos de estrés son intensos y que te causan gran malestar, es aconsejable que solicites el asesoramiento de un psicooncólogo.

En contraposición al trastorno anteriormente descrito, una sensación común que puedes haber experimentado, y que se ha observado en muchas personas después del cáncer, es lo que en psicooncología se conoce como crecimiento postraumático. Este concepto hace referencia al cambio positivo que sentirás tras vivir un suceso traumático, como la enfermedad. En este sentido, notarás cambios positivos como resultado del esfuerzo personal realizado para afrontar una crisis.

El crecimiento postraumático demuestra la capacidad de las personas de realizar un desarrollo personal que va más allá del que habían experimentado antes de vivir una experiencia traumática. Así, muchos pacientes describen el cáncer como un período de profundo aprendizaje del que han sido capaces de obtener resultados positivos.

 

“Ahora que he superado el cáncer, me siento más capacidad de tomar decisiones. Antes me costaba mucho” Toribio López (paciente)

En muchas ocasiones, el período de convalecencia y tratamientos obliga a pasar por momentos de soledad en los que el paciente puede reflexionar y replantearse su vida. El proceso de la enfermedad suele producir una sensación de haber permanecido parado bajo el paraguas de un futuro incierto. Esta percepción tal vez te impulse a realizar muchas cosas, a mejorar y cambiar.

Aunque te sientas identificado con muchos de los cambios que hemos comentado, continuarás notando que, de forma esporádica, te abordan ciertos miedos o preocupaciones. Para hacerles frente y devolver tu estado de ánimo a la normalidad, puedes seguir las pautas indicadas en el epígrafe La ansiedad.

A pesar de que, en este momento, tu estado de ánimo sea más bajo o tus preocupaciones más intensas, conviene que recuerdes que el crecimiento es un proceso dinámico que todas las personas podemos experimentar. La capacidad de adaptación es inherente al ser humano, solo tienes que encontrar tu forma de hacerlo. En cualquier caso, este es un camino subjetivo y personal, diferente en cada persona. El crecimiento está directamente ligado a la forma en la que viviste la enfermedad, la cual dependerá de muchos factores, como las características del proceso oncológico, tu personalidad o tu situación social y familiar. El primer paso para lograr este crecimiento es asimilar lo que has vivido, aceptarlo y buscar la transformación personal hacia donde tú quieras llegar.

 

 

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