La normalidad como un reto

Todavía hoy recuerdo, como si fuera ayer, el día en que mi doctor me comunicó que tenía cáncer. Hace ya unos años, pero el golpe que supuso para mí y para mi entorno fue tan impactante que recuerdo todos los detalles y sensaciones que viví. Para mí, sin duda, era una muy mala noticia que debía afrontar con fortaleza y determinación. Y debía hacerlo por mí, por mis hijos, por mi marido y por toda la gente que me quería y me quiere. Para mi familia y allegados personales, mi diagnóstico supuso vivir un episodio duro, imprevisible y que requería sin duda su implicación en todos los sentidos. Para mis compañeros de trabajo, supuso una doble sensación: temor y esperanza. Porque yo, además de haber tenido y haber sobrevivido a un cáncer, trabajo en una compañía farmacéutica y para mí, a el apoyo y el conocimiento de muchos de mis compañeros me supuso una inyección de esperanza, fuerza, pero también de realidad. El cáncer es una enfermedad dura y compleja. Pero gracias al avance de la ciencia, al desarrollo de nuevos fármacos cada vez más eficaces y al esfuerzo de toda la comunidad médica y científica, creo sinceramente que le estamos ganando la batalla. Paso a paso, día a día, caso a caso, estamos consiguiendo que, en España, hoy seamos más de un millón y medio de personas las que podemos decir que hemos superado la enfermedad. Para todos los que seguimos trabajando para cronificar definitivamente el cáncer, este hecho fortalece nuestro compromiso de ayudar a aquellas personas que siguen luchando contra esta enfermedad o que a lo largo de su vida tendrán que afrontarla.


Pero, sin duda, superar la enfermedad desde un punto de vista médico no implica dejar atrás el cáncer en su totalidad. Las consecuencias de haber dejado de lado mi vida cotidiana para centrarme en mi tratamiento supusieron un duro reto personal cuando pude retomar la normalidad. Porque mis prioridades habían cambiado, pero también porque el entorno había seguido su propio camino, no se paró para esperarme, y yo debía adaptarme a ello, tanto en lo personal como en lo profesional. Dudas, miedos, inseguridad eran palabras normales en mi vida junto a felicidad, fuerza, esperanza, agradecimiento. Este manual es sin duda una gran noticia para todos aquellos que hemos ganado la batalla y para todos aquellos que la van a ganar también en el futuro. Porque este manual pone el foco en necesidades reales de todas estas personas, pero también muestra a nuestro entorno que el camino hacia la normalidad no está exento de dificultades una vez hemos ganado la batalla médica al cáncer. La ciencia nos ha permitido que este manual tenga sentido hoy.


Vivir en primera persona lo que supone afrontar un cáncer me ha demostrado que juntos somos más fuertes; que el trabajo de investigadores, comunidad médica, asociaciones de pacientes, autoridades sanitarias y compañías farmacéuticas está dando resultados. En definitiva, que debemos seguir aunando conocimiento y recursos para que cada vez más personas, especialmente las que se sienten identificadas con estas líneas, puedan valorar lo que aporta este libro.


Raquel Riol, superviviente de cáncer y miembro del departamento de Relaciones Corporativas de Sanofi

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